07 décembre 2004

manuel caballero y anderson

Este articulo de manuel Caballero salio hace unos dias en El Universal. Este historiador, Manuel Caballero, trata (TODAVIA!!) de hacer creer que es imparcial... pero al final se le van los estribos.
El asesinato de Anderson puede marcar un antes y un despues en el proceso politico que vive Venezuela. Me parece que podia abrirle los ojos a algunos que se los vienen tapando desde hace unos an~os. Pero parece que no... lei una columna de Rafael Osio Cabrices en la que mi estimado, mas ciego, colega, protestaba porque el gobierno hacia funerales nacionales por Anderson cuando no los hizo por el diputado de la oposicion, ex-chavista, Alejandro Armas. Con todo el respeto por Armas... no es lo mismo fallecer de muerte natural, que ser asesinado por la funcion que se esta ejerciendo para el Estado. Como es posible que alguien como Rafael Osio no sea capaz de entender eso?
Enfin, en cuanto al texto del historiador.. habria que referirle el texto de Jose Roberto Duque sobre los asesinatos politicos en Apure.

http://www.eluniversal.com/2004/11/20/pol_art_20110A.shtml
VIOLENCIA POLITICA / Regresa una vil tradición suspendida durante algunos añosAtentados en la historia venezolana
El suelo patrio es rico en cuentos sobre asesinatos con supuestas motivaciones ideológicas. En muchos de los casos, sin embargo, privan más los criterios pasionales o de clanes familiares en los sucesosEn el momento de redactar esta nota, no se tiene mayor información sobre el presunto atentado cometido en la persona de un conocido fiscal del Ministerio Público. Los que siguen son entonces algunos breves apuntes redactados de memoria, sobre algunos hechos de violencia individual (o mejor dicho, individualizada) cometidos contra algunos personajes menores de la política venezolana. Excluimos de la enumeración y el análisis los magnicidios que, en nuestra historia republicana, han sido apenas dos, uno exitoso y otro frustrado: el cometido contra Carlos Delgado Chalbaud en 1950, y contra Rómulo Betancourt en 1960.
Hablaremos en primer lugar de algunos casos de crímenes comunes a los cuales alguna circunstancia o una serie de tales ha dado carácter político. Uno de los más típicos y acaso más sensacionales se dio en 1909, comenzando apenas la larga dominación de Juan Vicente Gómez. Fue el asesinato de una distinguida figura del liberalismo, el concejal Enrique Chaumer. Se trató de una venganza personal: Chaumer había descubierto los manejos sucios de algún personaje subalterno en el Concejo Municipal de Caracas, y lo había denunciado públicamente, por lo cual esa misma persona lo asesinó en plena calle.
El asunto adquirió un tinte político porque el asesino estaba vinculado familiarmente a Juan Vicente Gómez, y la opinión tuvo miedo de que sucediese lo mismo que con el asesinato del gobernador Mata Illas, de Caracas, asesinado por Eustoquio Gómez, quien recibió la protección de su poderoso primo.
Otro asesinato que debía tener una motivación política por la significación del personaje fue el de "Juancho" Gómez, hermano del tirano y vicepresidente de la República.
Pero la tiranía recubrió el suceso de tanto misterio que la gente comenzó a pensar que el puñal había brillado entre los de la misma sangre; que se trataba de un suceso menos político que familiar.
Después de eso, habrá que esperar a la muerte de Gómez para que vuelvan a producirse hechos semejantes. Así, en la segunda mitad de los años treinta, el oscuro asesinato de dos militantes comunistas, uno en Maracaibo y otro en Caracas, a quienes, en el colmo del delirio paranoico típico de los años de influencia de Stalin, algunos de sus camaradas acusaban de ser espías no sólo de la policía venezolana, sino de la alemana, de los nazis.
En los años cincuenta se produjeron dos atentados que nunca fueron aclarados: se lanzó una bomba en la casa de Rafael Caldera y se le dio una paliza a Edecio Larriva Araujo al salir de la cárcel Modelo, luego de una breve detención.
Pero será después de la caída de Pérez Jiménez que se presentarán algunos casos más graves. Uno de los más sensacionales tuvo lugar en la segunda mitad de los años sesenta, si mal no recordamos en 1965, bajo el gobierno de Leoni. La esposa de un diputado adeco voló por los aires con un paquete-bomba: una figurita de la Virgen María. El Gobierno se apresuró a culpar a la oposición del atentado, para luego meterse en un tremendo enredo cuando la policía comenzó a sospechar que se trataba menos de un crimen político que pasional.
En 1967 apareció muerto, luego de haber sido secuestrado, Julio Iribarren Borges, un funcionario del Gobierno en un área más técnica que política. El asesinato, donde al parecer no estuvo ausente la venganza personal, fue reivindicado por una franja de los irreductibles de una guerrilla que se estaba extinguiendo, y causó tan mala impresión que Fidel Castro se apresuró a condenarlo.
Después habrá que esperar hasta el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez para que una guerrilla urbana confesamente "bolivariana" intentara asesinar a Antonio Ríos, un conocido dirigente sindical, miembro de Acción Democrática.
Se trataba de esos grupos incontrolables, para no decir organizados por el naciente chavismo, tipo "Tupamaros", "Carapaica" y otras asociaciones de delincuentes. Todos cubiertos con la bandera semirreligiosa, fundamentalista, del Libertador.
Y ahora nos encontramos con este suceso que hoy conmueve la opinión. Nadie tiene el mínimo derecho a pronunciarse sobre su autoría hasta tanto no culminen las investigaciones; pero no faltarán los irresponsables que lo hagan, buscando obtener dividendos políticos.

01 décembre 2004

Rien de rien (Nada de nada)

Como ven, no he escrito nada. Falta tiempo, faltan ganas.

Comme vous le voyez. Je n'ai rien ecrit. Pas le temps, pas l'envie. Ca viendra peutete.